Resolviendo problemas históricos en torno al nacimiento de Jesús

Hace unos días, el conocido canal de televisión History compartió un video titulado “Los secretos de la Biblia: El verdadero Jesús” (1). En el mismo se busca mostrar a un Jesús “desdivinizado” presentando problemáticas en torno a su nacimiento con base (supuestamente) en la “investigación histórica reciente”. El objeto del presente artículo es dar respuesta a ese video considerando tres cuestiones: 1) el año de nacimiento de Jesús, 2) el censo de Quirino, y 3) el lugar de nacimiento de Jesús.

1. El año de nacimiento de Jesús

Según nos dice San Mateo, Jesús nació “en días del rey Herodes” (Mateo 2:1); pero, según las “recientes investigaciones históricas”, Herodes habría muerto en el año 4 a.C., por lo que Jesús tendría que haber nacido antes de eso. Así, se pasa a ubicar el nacimiento de Jesús entre los años 4 y 7 a. C., queriendo contraponer esto al “tradicional año 1 a.C.”.

Ahora bien, ¿qué tan cierto es eso? Pues en primer lugar hay que decir que este alegato tan “reciente” no es. Fue el teólogo Emil Schürer (1844-1910) quien, con base en lo que relata el historiador judío Josefo, planteó que Herodes murió en el año 4 a.C. Se dan cuatro argumentos: 1) Herodes fue nombrado rey en el 40 a.C. y reinó 36 años; por tanto, se sigue que murió en el 4 a.C.; 2) Después de ser nombrado rey, Herodes conquistó Jerusalén en el 37 a.C. y reinó 33 años, lo cual nos vuelve a llevar al 4 a.C.; 3) Herodes murió entre un eclipse lunar y la Pascua, y en el año 4 a.C. hubo un eclipse 29 días antes de la Pascua; 4) Tenemos evidencia que sugiere que los hijos de Herodes empezaron a reinar en el año 4 a.C.

Sobre el primer argumento, se encuentran ya aspectos que poner en cuestión. Como explica Jimmy Akin (2), Josefo utiliza el método de la Olimpiada para datar eventos, siendo cada Olimpiada inicia a mitad de año y se extiende por un período de 4 años. Pues bien, Josefo dice que Herodes comenzó a reinar en la olimpiada 184, que va del 1 de julio de 44 a.C. al 30 de junio 40 a.C., y que a su vez empezó a reinar durante el consulado de Calvino y Pollio. Pero estos empezaron su consulado el 2 de octubre del 40 a.C., o sea, en la olimpiada 185. Por tanto, se ve que la datación no es exacta y a esto hay que agregar que hay un autor que contradice a Josefo, Apiano, quien sitúa el comienzo de reinado de Herodes en el año 39 a.C. Es más, el académico Andrew Steinmann, profesor de la Universidad Concordia Chicago y PhD en Estudios del Oriente Próximo por la Universidad de Michigan, argumenta que “más probablemente el reinado de Herodes fue de fines del 39 a.C. a inicios del 1 a.C.” (3).

En cuanto al segundo argumento, tenemos que Josefo dice que Herodes conquistó Jerusalén durante el consulado de Marco Agripa y Caninius Gallus (año 37 a.C., Olimpiada 185). Pero también dice que eso fue 27 años después de que Pompeyo conquistó Jerusalén. Pero Pompeyo conquistó esa ciudad en el 63 a.C. y 27 años más adelante nos lleva al 36 a.C., no al 37 a.C. Por tanto, hay una segunda inconsistencia. Asimismo, en Antiguedades Judías Josefo nos dice que Herodes murió 37 años después (no 36) de ser nombrado rey y 34 después (no 33) de conquistar Jerusalén (4). Ahora bien, si es más correcto decir que Herodes fue nombrado rey en el 39 a.C. y que conquistó Jerusalén en el 36 a.C., su muerte debería situarse entre los años 2 y 1 a.C., no en el 4 a.C.

Sobre el tercer argumento, hay que decir que el eclipse del año 4 a.C. no fue el único, sino que hubo otro eclipse antes de la Pascua del año 1 a.C., el cual ocurrió 89 días antes de dicha Pascua (8 de enero del 1 a.C.). Y a esto hay que agregar que el eclipse del año 4 a.C. fue parcial, mientras que el del año 1 a.C. fue total.

Respecto del cuarto argumento, tenemos que el que exista evidencia de que los hijos de Herodes comenzaron a reinar no es problemático. No es extraño que los reyes delegaran funciones a sus herederos o que se estableciera la corregencia. Ejemplo de eso lo vemos en la Tetrarquía instaurada por Diocleciano o la corregencia en el Antiguo Egipto. Es más, en nuestro propio siglo XXI vemos cómo monarcas de España, Países Bajos, Bélgica y Liechtenstein abdican en favor de sus herederos. Por tanto, este argumento solo muestra que los hijos de Herodes empezaron a participar del gobierno, no necesariamente que este murió.

Vemos, pues, que ninguno de los argumentos es concluyente como para ubicar la muerte de Herodes en el año 4 a.C. y, por tanto, situar más lejanamente el nacimiento de Jesús. Así, en línea con la tradición cristiana, podemos seguir razonablemente afirmando que Jesús nació entre el año 3 y 2 a.C. De hecho, en ello coinciden varios escritores de los primeros siglos como San Ireneo, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, Julio Africano, San Hipólito de Roma, Orígenes, Eusebio de Cesarea, Epifanio y otros, siendo que solo unos pocos como Dionisio el Exiguo proponen el 1 a.C. (5).

2. El censo de Quirino

Los cuestionamientos planteados sobre el censo de Quirino en el video son similares a lo que plantean autores como Piñero (6) y pueden resumirse en dos puntos: 1) No existe ninguna evidencia adicional de un censo universal ordenado por el emperador Augusto en tiempos de Herodes, lo cual es remarcable considerando que los romanos eran muy adeptos a conservar documentos; 2) Los empadronamientos en los censos se hacían por el lugar de domicilio, no por el lugar de procedencia. Los romanos no hacían censos tribales. Pero, inconsistentemente, Lucas dice José va a empadronarse a Belén por ser descendiente de David.

Sobre la primera cuestión, hay que decir que cae en una falacia de argumento desde el silencio. Existen muchos hechos de la antigüedad de los cuales no se tiene conocimiento. Por ejemplo, el propio censo de Quirino solo es nombrado por Josefo y por Lucas. Si Josefo y Lucas no hubieran escrito no tendríamos noticia del mismo. Lo cierto es que hay una gran carencia de fuentes antiguas.

Como apunta Finley (a quien citamos en extenso pues vale la pena): “La insuficiencia de fuentes literarias primarias es una constante. (…) De hecho, la falta de fuentes literarias primarias complica la historia griega en su totalidad tras la muerte de Jenofonte en la mitad del siglo IV a.C., toda la historia del Este helenístico, importantes períodos de la historia de la república romana y el principado, incluyendo la mayor parte de la historia de las provincias romanas. Por ejemplo, para el largo reinado de Augusto, las únicas fuentes primarias aparte de los documentos, son medio libro de la historia ingenua y superficial de Valleius Paterculus, algunas cartas y discursos de Cicerón para los primeros años, el relato del propio Augusto sobre su administración, la Res Gestas, un modelo de falsedad, y los poetas augustinos. El único relato sistemático que sobrevive es el de Dión Casio, escrito hacia mediados del siglo III. (…) No se trata de una exageración. No puedo pensar en una ciudad antigua, región o país, en una institución de las que sea posible escribir una historia sistemática a lo largo de un período sustancial del tiempo (…) Esta es la triste consecuencia de nuestra escasez de fuentes primarias históricas. (…) La falta de fuentes primarias para largos períodos de tiempo y para la mayoría de regiones mediterráneas crea un bloqueo no solo para la narrativa, sino también para el análisis de instituciones” (7).

Es claro, por tanto, que no es una objeción sólida el que no haya registro de un censo anterior al de Quirino y no se puede alegar alegremente que “los romanos eran muy adeptos a conservar documentos”. Recordemos que, por otro lado, Josefo menciona el censo para explicar, entre otras cosas, la aparición de los zelotes, por lo que hay una necesidad lógica, causal, en mencionarlo. En todo caso, de allí no se infiere que no existieran otros censos porque el historiador es selectivo a la hora de escribir, y toma solo aquello que considera relevante. Pudo haber otros censos y Josefo podía omitirlos porque no veía en ellos ninguna relevancia histórica para sus fines. Por otro lado, que Lucas hable de un “censo en el mundo entero” no quiere decir necesariamente que se refiere a un solo censo decretado por Augusto en todas las provincias y de una sola vez. Bien podría estarse refiriendo a los censos provinciales en general. Como dice Wright: “Es una suposición común que el decreto de César Augusto de que todo el mundo debía ser sujeto a impuestos era un solo censo en todo el imperio romano. La pregunta es: ¿Es así como Lucas lo entendió o pretendió que se entendiera? Muy probablemente no. Según Hoehner, lo que se quiere decir es que los censos se realizaron en diferentes momentos en diferentes provincias” (8).

Respecto de la segunda cuestión, podemos referir lo que se responde en el blog especializado “Augusto Imperator”: “Esto saca a la luz otro hecho polémico: ¿por qué José y María (en un avanzado estado de gestación) se desplazaron a empadronarse a su lugar de origen y no lo hicieron donde vivían? Esta circunstancia no es muy común en los censos romanos provinciales, aunque se tiene constancia de censos de este tipo a inicios del siglo II d.C. en Egipto, por lo que no se puede descartar del todo que Roma respetara las costumbres de un pueblo como el judío tan apegado a sus tradiciones con el fin de evitar revueltas” (9).

Así pues, podría ser razonable pensar que José y María, sabiendo que el Mesías habría de nacer en Belén (y estando ella embarazada del Mesías), hubiesen decidido aprovechar el censo para trasladarse a Belén, donde tendrían alguna propiedad o terreno, y establecer allí su hogar para así cumplir la profecía de Miqueas 5:1 (esta consciencia de actuar para cumplir una profecía la vemos también en Jesús: Mateo 21:4; Lucas 22:36-37; Mateo 27:46). Ahora bien, alguien podría objetar que José no tenía propiedades en Belén porque fue a una posada. Pero esto no constituye un problema insalvable pues es perfectamente factible que José y María hubieren tenido que quedarse en una posada por la premura del alumbramiento sin haber llegado a la propiedad de José en Belén.

3. El lugar de nacimiento de Jesús

Se afirma en el video que es más probable que Jesús naciera en Nazaret a que naciera en Belén. Esto mismo es lo que afirman escépticos como Antonio Piñero (10). Básicamente se arguye que el nacimiento en Belén no sería un hecho histórico sino un relato añadido con la intención de hacer cumplir en Jesús la profecía de que el Mesías nacería allí.

Para reforzar este punto los escépticos suelen señalar supuestas contradicciones entre los relatos de Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús. Así, dicen que en el Evangelio de Mateo José y María viven originalmente en Belén, mientas que en el de Lucas viven originalmente en Nazaret y van a Belén por el censo. A su vez, señalan que en el Evangelio de Mateo terminan en Nazaret por miedo a Arquelao, mientras que en el de Lucas terminan allí porque era donde vivían originalmente.

Sin embargo, no hay contradicción entre los relatos, sino que la contradicción está en los ojos del escéptico que, a fuerza de oponer a los autores, no ve la complementariedad entre los textos. Así, si se unen ambos relatos, todo queda como la historia que conocemos. José y María, de Nazaret (Lucas), van a Belén (Lucas) donde nace el niño (Mateo y Lucas), para regresar posteriormente a Nazaret (Mateo y Lucas). Mateo no dice que vivían inicialmente en Belén, simplemente omite el traslado de Nazaret a Belén y sería una falacia non sequitur deducir que con ello quiere expresar que vivían originalmente en Belén. De modo semejante, que Lucas omita el motivo por el cual regresaron a Nazaret no significa que contradiga a Mateo; simplemente que Lucas lo omite porque si no tendría que presentar toda la cadena causal que presentó Mateo. De esta forma, así como Lucas explica cómo terminaron en Belén (por el censo), Mateo explica por qué terminaron en Nazaret (por miedo a Arquelao). Por tanto, éstas supuestas contradicciones no son suficiente para fundamentar que Jesús no hubiese nacido en Belén. Y, sea lo que fuere, Mateo y Lucas coinciden en lo esencial. Como dice Raymond Brown: “Los dos evangelistas también coinciden en lo que podría denominarse los puntos más importantes. Ambos incluyen el anuncio de la futura grandeza del niño (…). Ambos coinciden en que el niño fue concebido sin la intervención de varón, en la sorprendente reivindicación de una concepción virginal. Ambos coinciden en que el niño era de la casa de David (…) y ambos coinciden en que el nacimiento tuvo lugar en la ciudad de Belén. Ambos coinciden en que finalmente la familia se establece en Nazaret. Estas coincidencias son muy importantes y no creo que pueda discutirse la historicidad de dichos detalles” (11).

Por otra parte, los escépticos aducen que en otras partes del Nuevo Testamento se asume que Jesús nació en Nazareth pues no se le dice “de Belén” sino “de Nazareth”. Para confirmar ello citan Juan 7:41-42, donde se lee: “Otros decían: Este es el Cristo. Pero otros le replicaban: ¿Acaso el Cristo va a proceder de Galilea? ¿No dijo la Escritura que el Cristo procederá del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?”.

Pero este argumento simplemente no sirve porque se plantea desde el juicio que expresaban los contemporáneos judíos de Jesús ya adulto, en su ministerio público, y estos no necesariamente conocían la realidad debido a su limitado conocimiento sobre la persona de quien hablaban. Asimismo, si a Jesús se le decía “de Nazaret” es porque creció allí y Él no necesariamente tenía que estar diciendo dónde había nacido. Por otro lado, lo que dice Juan 7:41-42 más que ser un punto en contra, ¡es algo a favor! Y es que, si el propio Juan dice, poniendo en boca de alguien, que el Mesías nacería en Belén y afirma constantemente que Jesús es el Mesías, ¿cuál es la conclusión más lógica? Que el propio Juan sabía que Jesús nació en Belén y que la duda de parte del pueblo venía de su ignorancia respecto de Jesús.

A esto hay que agregar que la objeción escéptica, al plantear que lo de Belén no sería histórico sino solamente un añadido teológico, presupone que es imposible cualquier intervención divina en la historia y que Jesús sea el Mesías. En efecto, se quiere buscar como sea una explicación naturalista con tal de que Jesús no aparezca como el Mesías. Pero tal supuesto naturalista es un prejuicio filosófico y no una constatación de orden histórico, así que no tenemos por qué aceptarlo.

Quedan, pues, resueltos todos los cuestionamientos.

Referencias:

1. “Los secretos de la Biblia: El verdadero Jesús”, History Latinoamérica, 20 de febrero del 2020. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=n7HeEwcA9xI

2. Cfr. Jimmy Akin, “The 100-year old ´mistake´ about the birth of Jesus”, National Catholic Register, April 13, 2013.

3. Andrew Steinmann, “When did Herod the Great reign?”, Novum Testamentum, vol. 51, n° 1, 2009, p. 1.

4. Cfr. Flavio Josefo, Antigüedades Judías, Lib. XVII, cap. VIII, sec. 1.

5. Cfr. Jimmy Akin, “What year was Jesus born? The answer may surprise you”, https://jimmyakin.com, April 21, 2013.

6. Antonio Piñero, Guía Para Entender el Nuevo Testamento, Ed. Trotta, Madrid, 2006, pp. 164-165.

7. Moses Finley, La Historia Antigua: Problemas Metodológicos, Ed. Crítica, Barcelona, 1986, pp. 24, 25, 26.

8. Ted Wright, Was there really a census during the time of Caesar Augustus?, Crossexamined.org, December 23, 2014.

9. Livia Augusta, “Augusto y el censo de Belén”, Blog “Augusto Imperator”, December 23, 2014.

10. Antonio Piñero, Guía Para Entender el Nuevo Testamento, Ed. Trotta, Madrid, 2006, pp. 160, 173-174.

11. Raymond Brown, 101 Questions and Answers on the Bible, Paulist Press, New York, 1990, q. 58.

Dante A. Urbina

Dante A. Urbina

Autor, conferencista y docente especializado en temas de economía, filosofía y teología. Seleccionado entre los mejores jóvenes investigadores del mundo para participar en la Reunión de Premios Nobel de Economía en Lindau (Alemania). Todos sus libros han estado en entre los más vendidos de su categoría en Amazon.
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