“Si el primer motor inmóvil es Dios, ¿cómo pudo mover sin ser movido?”: esta es una objeción que algunas veces podemos encontrar contra la primera vía de Santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios. Esta vía parte del hecho del movimiento para deducir la existencia de un “Primer motor inmóvil”, es decir, un ser, el cual se identifica con Dios, que es causa del movimiento de los demás pero que no es movido por otro.
Ahora bien, para más precisión, la objeción puede entenderse en dos sentidos:
1) Que el Primer motor inmóvil debería experimentar un movimiento (lo cual lleva a contradicción) al ser el fundamento del movimiento de los motores móviles. Por ejemplo, para que cuatro ruedas muevan un auto de un lugar A a un lugar B, es estrictamente necesario que estas ruedas se encuentren en movimiento. Asimismo, si queremos mover una piedra tenemos que mover nuestro cuerpo. Entonces, ¿el Primer motor inmóvil no debería ser igual?
2) Que el concepto de “motor inmóvil” que mueve no tiene sentido porque por definición algo inamovible no puede actuar. O sea, ¿cómo algo “inmóvil” puede mover?, ¿acaso no es contradictorio el concepto de “motor inmóvil que mueve”?
Puede hallarse una diferencia entre ambos sentidos. El primero parece indicar que ciertamente el hecho de mover o, para ser más técnicos, el hecho de actualizar un potencial, también es una forma de experimentar un cambio. Por lo tanto, si Dios es el actualizador de las potencialidades de la materia, debe moverse así mismo, esto es, se actualiza un potencial intrínseco en Él. El segundo tipo de objeción, es más bien una forma de decir que el concepto de motor inmóvil que mueve es intrínsecamente absurdo pues si el Primer motor no se mueve entonces no actúa de ningún modo. Creo que se nota la diferencia, aunque es sutil. Una es una forma de decir que si X mueve a P, X debe moverse paralelamente. La otra es una forma de decir que ese motor inmóvil está ahí pero no puede actualizar ningún potencial dado que es inmóvil, así que no podría tomarse como el ser que se constituye como el fundamento del movimiento de los demás seres. En cualquiera de los dos casos puede mostrarse que no hay coherencia en la objeción. Veamos las razones de ello.
Respecto a la forma 1 de la objeción
Esta no es más que una forma de mostrar ignorancia en cuanto a los conceptos aristotélicos. Una ignorancia que pretende traducirse como “objeción”. Lo primero que tenemos que entender es que no es un ataque a las premisas del argumento de la primera vía de Aquino o del argumento Aristotélico, por lo que podemos dar un salto hacia la justificación de las mismas y decir que efectivamente todas las cosas en el universo están en movimiento. Movimiento en términos aristotélicos se refiere al cambio. Y movimiento o cambio es el paso de la potencialidad a la actualidad. Pero nada puede pasar de la potencialidad a la actualidad si no es por algo en un estado de actualidad. Por ejemplo, es el fuego que está caliente el que lleva a la madera a ser cenizas. También puede pensar en un escritor que piensa en escribir un libro de poesía y que luego plasma sus ideas en papel. Tanto la madera como el papel en blanco, pasan de la potencialidad a la actualidad (cenizas, papel escrito), pero en virtud de algo que ya se encuentra en acto (el fuego caliente, el escritor con la idea). Pero recordemos que si todas las cosas en el universo están movimiento y esencialmente la materia lo está también (porque lo que es verdad para la madera que se hace cenizas, para un conjunto de ideas poéticas que luego se plasman en un libro, o un café que tiene la potencialidad de estar frío, es verdad para cualquier tipo de cosa material) tenemos que remitirnos a un actualizador puramente real que es la causa del cambio de todas las cosas, pero que en sí mismo carece de potencialidades. Este ser sería el fundamento ontológico del cambio de los demás seres. Ahora, la esencia de una cosa es justamente lo que la convierte en el tipo de cosa que es. De este modo, comprender la “humanidad” es comprender la esencia de los seres humanos, aquello que nos hace humanos, así como captar la “triangularidad” es comprender la esencia de los triángulos, lo que los hace triángulos. Pues bien, lo que plantea el tomismo es que la esencia del universo se puede identificar con la materialidad del mismo, la cual ciertamente recibe la actualización de su potencial por algo distinto que está en un estado de actualidad. Y este es Dios, Aquel en el cual la esencia y la existencia son cosas idénticas, de modo que no tiene ningún tipo de potencialidades. Es acto puro.
Entendido esto, tenemos que unas ruedas que mueven a un auto de un lugar A a un lugar B en sí mismas están experimentando un cambio para poder mover. Así también el conductor, moviendo sus brazos para dirigir el auto, experimenta él mismo un cambio porque necesita pasar de lo potencial a lo actual. Cito al filósofo tomista Edward Feser, Ph. D. por la Universidad de California de Santa Bárbara considerado por National Review como “uno de los mejores escritores contemporáneos sobre filosofía”: “Ahora, nótese que a menudo lo que es verdad de la cosa que está cambiando también lo es de la cosa que la hace cambiar. La frialdad del aire en la habitación enfría el café. Pero la frialdad del aire era en sí misma meramente potencial hasta que el aire acondicionado la actualizó. (…) Entonces, cuando algo causa un cambio a veces es porque está experimentando un cambio en sí mismo; y cuando ese es el caso, ese cambio también requiere un cambiador. O, de nuevo, para poner las cosas de forma menos coloquial pero más precisa, a veces cuando se actualiza un potencial, lo que se actualiza es algo que ha pasado de potencial a actual; y cuando ese es el caso, debe haber algo más que hizo que eso sucediera. Nótese que no dije que todo lo que causa un cambio debe estar experimentando un cambio en sí mismo. Eso no se sigue de nada de lo dicho hasta ahora, y como veremos, no es cierto. El punto es más bien que si algo que causa un cambio está experimentando un cambio en sí mismo, entonces ese cambio requiere de un cambiador propio. Así, a veces tenemos una serie de cambiadores y cosas cambiadas. La frialdad del café fue causada por la frialdad del aire circundante, que fue causada por el aire acondicionado, que se encendió cuando se presionó el botón apropiado. (…) Un potencial fue actualizado por otro, que a su vez fue actualizado por otro, que fue actualizado por otro” (1).
Pues bien, como vimos, se ha recalcado la trivialidad y la incoherencia de la objeción pues no es necesariamente cierto que todos los actualizadores experimenten un cambio. Dios, al ser el actualizador puramente actual, no experimenta ningún cambio. Carece de potencialidades y, por lo tanto, puede generar cambios sin ser cambiado. A menos que digamos que también tiene potencialidades. Sin embargo, eso solo sería una forma de llevar la cuestión un paso más atrás pues no nos responde la pregunta “¿Cuál es el fundamento que explica el cambio?”. Si ese motor inmóvil tiene potencialidades, no es en realidad un motor inmóvil y habría que explicar esas potencialidades remitiéndonos a una causa distinta. Pero es absurdo postular una regresión infinita de motores porque ello haría imposible explicar la existencia de los seres. Como dice Santo Tomás: “Todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a este otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un Primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un Primer motor que no sea movido por nadie, y este es el que todos entienden por Dios” (2).
Y, para terminar esta respuesta, tenemos que aunque el argumento comienza preguntando qué explica los cambios que observamos en el mundo que nos rodea, pasa a la pregunta de qué explica la existencia, en cualquier momento, de las cosas que sufren cambios. Entonces, el retroceso de los actualizadores que nos interesa en última instancia es un retroceso de los actualizadores de la existencia de las cosas. De este modo, el primer actualizador de la serie es “Primero” en el sentido de que puede actualizar la existencia de otras cosas sin que su propia existencia deba actualizarse.
Respecto a la forma 2 de la objeción
Aquí no hay mucho que decir más allá de que esta “objeción” es una equivocación apresurada al tomar los conceptos aristotélicos sin prestarles la atención necesaria. Ciertamente no existe ningún problema en el concepto de motor inmóvil que mueve, ya que la inmovilidad se refiere a la carencia absoluta de potencialidades. Debe describirse el cambio como la actualización de un potencial y Dios es actualidad pura. No posee potencialidades, y si carece de potencialidades, entonces no cambia. Por lo tanto, el escéptico que afirma “el motor inmóvil no puede actuar porque es inmóvil” no está tomando en cuenta estos aspectos importantes. Quizás pueda replicar “La carencia de potencialidades es una forma de inmovilidad absoluta”, pero no se encontraría más justificado en esta respuesta que en su argumento inicial pues igual cae en el absurdo. Presupone que el motor inmóvil es sólo un objeto abstracto sin intencionalidades, pero ese no es el tipo de ser que concluye el argumento aristotélico pues si seguimos correctamente las premisas hasta su conclusión, con todo lo que implica cada paso, el Primer motor inmóvil debe tener necesariamente atributos como inteligencia, perfección, bondad, omnipotencia, omnisciencia, etc. En suma, Dios.
Entonces, Dios no se mueve al crear. Sería un tanto inverosímil pensar en un Dios que “está” en la eternidad (ausencia de espacio y tiempo) y que se mueve. Sin embargo, siendo omnipotente, perfectamente puede crear sin necesidad de moverse o de experimentar algún tipo de mutación o cambio, siendo que la creación es ex nihilo (de la nada). Pienso que podemos representarlo con la analogía de un pintor omnipotente que plasma su idea en un cuadro sin necesidad de tomar una brocha e impregnarla de pintura. Lo haría con tan solo pensarlo. Pero si el pintor no es omnipotente no podría hacerlo, necesitaría tomar la brocha, empaparla, y mover su brazo. ¿Pero cuál es la limitación de un Dios omnipotente? No tiene limitaciones, puede hacer todo lo lógicamente posible, y no se ha probado que la creación ex nihilo sea lógicamente imposible, más bien es necesaria de acuerdo a la inferencia lógica del argumento aristotélico del movimiento. Aquí cabe citar de nuevo a Edward Feser en referencia a la objeción de que el Primer motor inmóvil no tiene por qué ser un actualizador puramente real: “Dado que las premisas de este argumento son verdaderas y que la conclusión se sigue lógicamente de ellas, se sigue que la conclusión es verdadera y, por lo tanto, coherente. En consecuencia, no es suficiente insistir en que la conclusión debe ser falsa; uno tiene que mostrar específicamente que una de las premisas es falsa o que la conclusión no se sigue. De lo contrario, uno debería admitir que el argumento muestra precisamente que un actualizador puramente actual es realmente posible después de todo” (3).
En este caso, la creación ex nihilo, así como la existencia de un Primer motor puramente actual, se hace necesaria e inevitable. No puedes negarlo si previamente no has derrumbado las premisas del argumento. Y hemos visto que las objeciones presentadas no le hacen ni cosquillas a las premisas una vez que se entiende bien el argumento aristotélico. Así que Dios crea ex nihilo desde su voluntad y no necesita efectuar algún tipo de movimiento. Santo Tomas de Aquino aclara este punto: “No solo hay que analizar el origen de un ser particular de otro particular, sino también el origen de todo ser de la causa universal, que es Dios. Este origen lo llamamos creación. Lo que se origina por generación particular no se presupone en tal generación; como al engendrarse un hombre, antes no era tal hombre, sino que del no-hombre se hace el hombre (…). La nada es igual a la negación de todo ser. Por lo tanto, como la generación del hombre se hace a partir del no-ser que es no-hombre, así también la creación, que es generación de todo ente, se hace a partir del no-ser que es la nada” (4). Esto va en línea con lo que declara la Escritura (esto como referencia, no es mi interés aquí basarme en la Biblia como medio probatorio): “Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas” (Salmo 33:6); “Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Salmo 33:9); “Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve provino de lo que no se ve” (Hebreos 11:6).
Conclusión
La primera forma de la objeción se ha contestado argumentando que mover no implica necesariamente un cambio intrínseco. Dios, al ser motor inmóvil, carece de potencialidades y, por lo tanto, no cambia. La segunda forma de la objeción se ha contestado argumentando que solo es una forma de equivocación respecto a los términos aristotélicos, y que en realidad la inmovilidad del primer motor (que es Dios) se refiere a la carencia de potencialidades y que esa carencia de potencialidades no significa que sea una especie de objeto abstracto eterno sin intencionalidad, sino que necesariamente debe ser omnipotente. Además, debe tener voluntad propia y, en consecuencia, puede perfectamente crear ex nihilo (5).
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Referencias:
1. Edward Feser, Five Proofs of the Existence of God, Ignatius Press, San Francisco, 2017, pp. 19-20.
2. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 2, art. 3, rpta.
3. Edward Feser, Five Proofs of the Existence of God, Ignatius Press, San Francisco, 2017, p. 67.
4. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 45, art. 1, rpta.
5. Para una explicación más detallada de la creación ex nihilo, véase: Jader José Ibarra, “Creación ex nihilo (creación desde la nada)”, Apologética Racional (https://apologeticaracional.blogspot.com)