Artículo del Ing. Dante Javier Urbina Vargas, mi padre, sobre el reciente caso “Pura Vida”, producto lácteo de la empresa “Gloria” respecto del cual se ha generado una gran controversia en Perú a partir de que su venta fue suspendida en Panamá por no considerársele leche. A continuación, el texto:
Con la ingenieril autoridad tecno-científica de también mi amigo-compadre el Ing. César Alván Valdeiglesias, experimentado profesional con quien hemos sido no solo miembros de comités de normas técnicas INDECOPI sino compartido labores y asesorías incluso internacionales en el área alimentaria, y para que “con conocimiento de causa” saquen vuestras propias conclusiones, los ilustro sustantivamente con lo siguiente:
1) Objetiva (principio de “primacía de la realidad”) y normativamente (internacionalizado “Codex Alimentarius”), solo se puede denominar leche a la secreción mamaria de los mamíferos en pleno período de lactancia (esto excluye al extraordinario y previo calostro o “requesón”) la cual constituye la leche fresca. Si pro-conservación y antes de envasarla asépticamente, se calienta esta leche casi instantáneamente entre 135-140 ºC en equipos especiales, da lugar a la leche UHT (Ultra High Temperature), que es la más usual por su alta duración y, si se hace agitándola en lotes por 30 minutos a 75-80 ºC, da lugar a la leche pasteurizada, que dura máximo una semana envasada y adecuadamente refrigerada. Estas leches, si se deshidratan parcialmente, devienen en leche evaporada y, si “totalmente” (esto solo es posible hasta un 95%), en leche en polvo, las cuales se pueden reconstituir simplemente restituyéndoles el agua retirada.
2) Cabe señalar aquí que solo la directa leche “de teta” provee en forma balanceada de todos los componentes nutricionales, biológicos y terapéuticos a la especie de la cual proviene y que los tratamientos térmicos pro-conservativa “inocuación”, mientras mayores sean el tiempo y/o temperatura, la deterioran sobre todo en sus propiedades nutricionales, biológicas y terapéuticas (en ese orden) y solo el proceso industrio-comercialmente obviado (mayor tecnología y costos) de liofilización (deshidratación “en frío”) la preserva “tal cual” con casi todas ellas. ¡Esa es la cruda realidad!
3) Las leches no humanas, desde que lo son de y para otra especie, son deficientes para nuestros bebés en el periodo de lactancia y solo podrían ser sustituto en casos de emergencia. Lo demás -leches “maternizadas” para madres que por motivos laborales, psicológicos y aun estéticos no amamantan a sus hijos- es solo perversión “socio-cultural” de una sociedad “capitalistoide” que no reconoce, privilegia, incentiva y menos compensa la sustancial condición natural lacto-protectiva de la madre (¡es vergonzoso, pero así estamos!).
4) El alto contenido en grasas saturadas (la “crema” y la “mantequilla”) de la socorrida leche de vaca, si bien, por las especiales vitaminas que contiene, resulta la más adecuada para los niños y adolescentes, no lo es necesariamente para los adultos, los cuales básicamente necesitan de su muy asimilable calcio (lactato) pero no necesariamente de las grasas que pueden obtenerlas de otras fuentes más económicas.
5) Técnicamente, la denominada “leche condensada” no debería ser considerada leche desde que es domésticamente imposible reconstituirla a la original y, sin embargo, nadie se “rasga las vestiduras” al respecto pese a que la sacarosa (azúcar “refinada” de caña) con que, con comercial objetivo culinario-reposteril-conservativo, la saturan, es no solo anti-nutricional sino incluso peligrosa (¿sí o no diabéticos?).
6) La elaboración por la industria de leches modificadas (descremadas, deslactosadas, vitaminadas, proteinizadas, azucaradas, etc.), cual es el caso de “Pura Vida”, que incorpora proteínas, aceite de soja y hasta vitaminas sintéticas aplicados a dietas específicas (niños, jóvenes, adultos, ancianos, gestantes, deportistas, diabéticos, intolerantes a la lactosa, etc.), retirando y/o sustituyendo componentes inadecuados anti o sub-nutricionales, indigestos o tóxicos por otros más adecuados y económicos, solo puede constituir motivo de penalización legal (hasta se habla insulsamente de “estafa”) en lo que se demuestre fehaciente y rotundamente que induce a equívoco que realmente perjudique al consumidor y en la medida de que ello suceda (como dijo acertadamente el médico-patólogo Juan Urbina Vargas, “los magos engañan pero no estafan”).
¡Esto se veía venir!, el caso “Pura Vida” ya dio frutos: su gratuita e irresponsable satanización, va a castigar al pueblo (sobre todo a los niños) ya que de ser refrendada esa estúpida y simplona aprobación de la “¿Coimisión?” Agraria del Congreso, por otros que allí abundan, las leches y productos derivados se alejaran de la mesa popular “desapareciendo” y encareciéndose irreversiblemente (vayan a los supermercados que ¡ya está sucediendo!). En el actual contexto constitucional de libre mercado esto no se puede hacer “sin más ni más” sin arriesgarse imprudentemente no solo a una demanda internacional (que, por supuesto perderemos “sin que nadie lo sepa”) sino a “empujar” a los fabricantes a trasladarse a otros países a los que re-potenciarán con un importante rubro agro-industrial (Chile, que no produce un grano de café, tiene sin embargo al afamado Nescafé de Nestlé que se mudó de Chiclayo-Perú para elaborarlo allí). ¡La ignorancia es atrevida!, ténganlo en cuenta los opinólogos. El problema no es congresal ni legal sino de falta de control de autoridades como MINSA e INDECOPI donde, en un tema técnico-normativo-industrial, deciden sin embargo los abogadazos, abogadillos y abogadoides que “florecen” allí y que poco o nada conocen del mismo y no los especialistas científicos, técnicos, industriales y comerciales que deberían hacerlo.
Es más, si esto llegara a dilucidarse a nivel internacional (la justicia en el Perú, simplemente ¡no existe!), lo más probable es que las inefables “autoridades” que acostumbramos pierdan el caso “por goleada” y seamos castigados con millonarios resarcimientos que nos ocultarán (ha sucedido con lo de los terroristas) para, usufructuando nuestra “perguana” estupidez, seguir fungiendo como grandes y avisados “luchadores” sociales.
Todo lo demás es parte del circo mediático con que politicoides, politicastros, politiqueros y periodistillos al servicio del poder continúan estupidizando (es ingenuo no percibirlo) a los “perguanos” (el “pueblo ignorante, desnutrido y desinformado” que lamentablemente son mayoría), para seguir superviviendo usufructuando su ignorancia con “descubrimientos” y “escandaletes” que “oportunamente” sacan de “debajo de la manga”. Cabe aquí señalar al respecto que con el Ing. Alván, en ante-proyecto de estudio para organismo estatal que ¿interesadamente? lo desestimó, demostramos hace muchos años que la “leche evaporada” solo lo era solo porque sus “fabricantes” y exportadores “evaporaban” impuestos y utilidades elaborándola homogenizando leche en polvo, que importaban incluso con el privilegiado dólar MUC, con leche fresca que siguen “mal-pagando” a los ganaderos nacionales. Así estaba, está y sigue la situación al respecto.
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Comentario de Dante A. Urbina:
Del artículo se desprende claramente, con justificación tecno-científica, que ni la leche de vaca es tan extremadamente buena (para los humanos) como muchos creen ni la leche “Pura Vida” es tan extremadamente mala en términos comparativos. Por tanto, hay que cuidarnos de caer en posiciones extremistas a este respecto. Ahora bien, desde mi perspectiva como economista, considero que el caso “Pura Vida” representa bien aquella “falla de mercado” conocida como “información asimétrica”, pues se da una distorsión en las transacciones (la compra-venta de leche) en función de que los consumidores (la mayoría de peruanos) saben menos sobre las características objetivas del producto que los productores (el Grupo Gloria). Es más, la información no es solo asimétrica sino imperfecta pues varios consumidores piensan que al comprar leche “Pura Vida” están comprando leche como alguna de las del punto 1 del artículo, cuando en realidad están comprando “leche modificada” (ver punto 6). Caso distinto es el del mago, pues cuando se contrata a este (por ejemplo, para una fiesta infantil), se lo contrata precisamente para que haga su “engaño” y, por tanto, el comprador tiene consciencia de esto. Ahora bien, frente a la mencionada “falla de mercado”, es pertinente la intervención del Estado vía entes reguladores como INDECOPI. Pero allí viene el problema de la gran y principal “falla de Estado”: la corrupción.