Sobre Dios y el movimiento: Defensa de la primera vía tomista frente a objeciones y malentendidos (Isaac Ramos Bermúdez)

Hace un tiempo, en la página teísta “Me lo contó un ateo” se compartió una breve explicación de la primera vía de Santo Tomás de Aquino conforme a la presentación que yo hago de la misma, esto es:

1. Es evidente, y consta a nuestros sentidos, que hay cosas que se mueven, es decir, que cambian.

2. Pues bien, todo lo que se mueve, cambia, muda o transforma es movido por otro, ya que nada se mueve más que cuando está en potencia respecto aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, pues no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto.

3. Pero si lo que mueve a otro es a su vez movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a este otro. Mas no se puede seguir así indefinidamente, porque así no habría primer motor, y, en consecuencia, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero. Por consiguiente, es necesario llegar a un Primer motor que no sea movido por otro.

4. Este Primer motor que no es movido por otro y que se constituye como el principio de movimiento de todos los demás seres es Dios.

5. Luego, Dios existe.

Ahora bien, por allí surgieron algunas críticas al respecto. Dado ello, el apologista cristiano Isaac Ramos Bermúdez elaboró una respuesta punto por punto a las mismas, la cual tengo a bien compartir pues me parece una defensa bastante inteligente y sólida del tomismo:

Las siguientes líneas procuran dirigirse a aclarar ciertos aspectos de la primera vía de Tomás de Aquino basada en el movimiento. Su fin será únicamente pedagógico y se analizarán algunas críticas que se han realizado en redes sociales con respecto a la presentación que de la misma hace Dante Urbina en su libro ¿Dios existe?, siendo que dicha presentación fue usada por mí en una publicación anterior.

Pues bien, pasamos a citar (en cursivas) las críticas y a dar las respectivas respuestas:

1era crítica:

La primera acusación es contra la tercera premisa en su parte “mas no se puede seguir así indefinidamente, porque así no habría primer motor, y, en consecuencia, no habría motor alguno”. Al respecto el crítico pretende hacer una reducción al absurdo como sigue:

1. A afirma B.

2. B tiene como consecuencia C, que es algo positivo/negativo o deseable/indeseable.

3. Por tanto, B es verdadero/falso.

Lo que en este caso sería:

1. La cadena de motores no puede tener una regresión infinita, porque de lo contrario…

2. tiene la consecuencia negativa/indeseable de que ´no habría primer motor y, en consecuencia, no habría motor alguno´.

3. Por lo tanto, una cadena de motores infinita es imposible.

Respuesta:

No, lo que alguien quiere que diga el argumento no es lo que dice en realidad. La tercera premisa no apela a una consecuencia “indeseable” sino a una consecuencia imposible. Veámoslo otra vez: “Mas no se puede seguir así indefinidamente, porque así no habría primer motor, y, en consecuencia, no habría motor alguno”. El punto es que hay motores (es decir, cosas que mueven a otras), así que es imposible que no los haya.

La justificación a esta premisa parte de que, en efecto, hay cosas que existen en acto y que existieron en potencia. Si algo existe en potencia no puede pasar a existir en acto de por sí, sino que algo (motor) le hizo mover (pasar de la potencia al acto). A su vez ese algo debe existir en acto. Si ese algo existe en acto tenemos dos opciones. La primera es que existía en potencia y, siendo movido, pasó a existir en acto, pero si seguimos así sucesivamente eso nos llevaría a una regresión ad infinitum, lo cual es absurdo. Eso nos deja con la otra opción: que en última instancia haya un “algo” que existe únicamente en acto sin haber estado nunca en potencia; y si ese algo únicamente existe en acto sin haber existido en potencia, entonces es inmóvil, pues no pasa de potencia a acto, y da movimiento a lo demás. Ese algo es el Primer motor inmóvil, “acto puro”.

Dejemos que Dante Urbina explique la tercera premisa: “Imaginemos que vemos pasar un tren por primera vez. Desconcertados nos preguntamos cómo se mueve el vagón que pasa a nuestro lado. Inmediatamente nos damos cuenta de que está siendo jalado por el vagón anterior. Pero entonces nos preguntamos ´¿Y cómo se mueve ese vagón?´. Y nos respondemos ´¡Ah, claro! Lo está jalando el otro que va más adelante´. Pero entonces nos acosa la pregunta: ´¿Y qué es lo que mueve a ese?´. Justo en ese momento, antes de nos respondamos, aparece alguien y nos dice: ´No te siguas rompiendo la cabeza, ¡hay infinitos vagones que se mueven unos a otros!´. ¿Le creeríamos? Tal vez en un primer momento sí, pero si analizamos bien las cosas nos daremos cuenta de que dicha afirmación no tiene ni pies ni cabeza. Y es que si fueran infinitos vagones que se dan sucesivamente el movimiento ¡tendría que pasar un proceso infinito de transmisión del movimiento para que recién pueda moverse el vagón que está a nuestro lado! Pero eso es una clara contradictio in adjecto (contradicción adjetiva) pues no puede haber un “infinito terminado”. Decir que ha pasado un proceso infinito de transmisión sucesiva del movimiento de un vagón a otro hasta llegar al vagón que está a nuestro costado ¡es tanto como decir que hemos contado todos los números enteros negativos desde el menos infinito hasta el -1 o que hemos llegado a la superficie saltando desde el fondo de un pozo sin fondo! Absurdo a todas luces” (1).

Incluso el señor Urbina responde a la objeción de que el argumento dependería de asumir tiempo lineal: “Aquí hay que responder que en primer lugar la primera vía no supone necesariamente un tiempo lineal pues, al constituirse ante todo como una prueba metafísica, tenemos que la dependencia existente del móvil con respecto al motor en la cadena de movimiento es ontológica antes que temporal (…) agregar vagones hasta recorrer todo el mundo en círculo y que el último se conecte con el primero no explica la razón ni el principio del movimiento, ni siquiera del primer vagón. Por tanto, todavía es necesario arribar a un Primer motor para explicar el movimiento de todos los demás seres” (2).

2da crítica:

Asimismo, el crítico busca desacreditar la tercera premisa en la parte que dice “pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero” alegando: “Sin mencionar que el primero tendría que moverse para mover al intermedio”.

Respuesta:

Acá se evidencia claramente que el crítico no entiende los conceptos más básicos de la filosofía tomista. En este esquema, el movimiento es el paso de la potencia al acto y para mover se requiere estar en acto. Ahora bien, el crítico dice que para mover el primer motor debería moverse, pero eso es una falacia non sequitur, pues para que mueva solo se requiere que esté en acto, no que esté pasando necesariamente de la potencia al acto. De este modo, cabe la posibilidad coherente de que se trate de un ser que exista siempre en acto, sin nunca haber estado en potencia. Así, como ser en acto puro, puede ser principio de movimiento de todo lo demás sin nunca haber tenido que pasar “de la potencia al acto”. Dicho fácil: el primer motor puede mover porque existe en acto y no porque necesite moverse (en el sentido de pasar de la potencia al acto, que es el sentido de fondo del argumento).

3era crítica:

Se dirige expresamente a la última parte de la tercera premisa (“Por consiguiente, es necesario llegar a un Primer motor que no sea movido por otro”). El crítico dice: “El asunto es que esta afirmación es una falacia de caso especial. En todas las premisas anteriores se nos informa que todo lo que vemos se mueve y que aquello que se mueve no puede moverse por sí mismo, sino que es movido por otro, el cuál es movido por otro, y así indefinidamente. En ningún momento se nos presenta razón alguna para creer en una excepción a la regla, y la única que se da es una falacia ad consequentiam. Con el fin de aceptar un motor que sea la excepción a la regla este debería contar con alguna propiedad que no se encuentra en los demás motores. Decir que esta propiedad es la de inmovilidad solo porque al defensor del argumento no le gusta la idea de que no podría haber un Primer motor es falaz”.

Respuesta:

La crítica va de muy mala manera pues atribuye al argumento algo que no dice, siendo que en ninguna parte se le pide a nadie que haga una excepción a la regla, pues recordemos que para mover (ser motor) no es necesario estar en movimiento, sino estar acto; por eso no hay violación de la regla al decir que el Primer motor es inmóvil. Y a eso hay que sumar los argumentos dados sobre la imposibilidad de cadenas infinitas de movimiento que llevan precisamente a establecer que debe haber un Primer motor. No se pide aceptar la idea gratuitamente, hay justificaciones detrás. Por tanto, no hay falacia de caso especial sino falacia de hombre de paja por parte del crítico.

4ta crítica:

Se dirige a la cuarta premisa (“Este Primer motor que no es movido por otro y que se constituye como el principio de movimiento de todos los demás seres es Dios”), y dice: “Suponiendo que sí, que existe una entidad que no se mueve y que, sin moverse hace mover a todo lo demás, dista mucha de acercarse al concepto de Dios”.

Respuesta:

Es aquí en donde se evidencia lo apresurado que ha sido el autor de esta crítica, pues es claro que si se pretende hacer una correcta crítica se debe conocer bien la posición a objetar. Pues bien, en su libro Dante Urbina desarrolla la argumentación específica para mostrar que el “Primer motor inmóvil” es necesariamente el Ser Subsistente (Dios) y, siendo que en un capítulo anterior de su libro había demostrado que el Ser Subsistente tiene necesariamente (por deducción lógica, no por suposición) los atributos de omnipotencia, omnisciencia, personalidad, inmutabilidad, perfección, eternidad, etc. se sigue que el “Primer motor inmóvil” deberá también tener todos esos atributos. Así que está plenamente justificado llamarlo “Dios” (¿o acaso hay otro ser que cumpla coherentemente con todos esos atributos?).

Para una pequeña muestra, veamos la conexión del Ser Subsistente (Dios) con el atributo de inmutabilidad (no movimiento, no cambio), que es precisamente el que está más directamente relacionado con la primera vía:

Inmutabilidad

Se dice que un ser es inmutable en cuanto no tiene ninguna clase de movimiento o cambio en su ser. Ahora bien, esto le corresponde esencialmente a Dios. En primer lugar, por causa de su Subsistencia. Y es que el movimiento se constituye ante todo como un paso de la potencia al acto, es decir de la “capacidad de ser” al “ser”. Pero esto no puede darse de ningún modo en el Ser Subsistente porque, por el mismo hecho de serlo, Él nunca está en “capacidad de ser” sino que siempre y necesariamente “Es”. A su vez, la inmutabilidad le corresponde también por causa de su perfección. En efecto: si Dios es perfecto en grado sumo y, por tanto, concentra en Sí todas las perfecciones de los demás seres, se sigue que no puede haber cambios en Él porque si los hubiera adquiría alguna perfección que no tiene, lo cual sería imposible, o perdería alguna de las que tiene siendo entonces menos perfecto, lo cual es contradictorio. Luego, Dios es inmutable” (3).

Claro, esto cambia radicalmente si el crítico tiene a Dios como mutable o no perfecto. No creo que alguien honesto pueda llamar “Dios” a algo mutable (contingente) y no perfecto.

5ta crítica:

Se dirige a la conclusión (“Luego, Dios existe”), y solo dice: “Ni de broma por este argumento”.

Respuesta:

Todo indica que sí, no es broma, se deduce que Dios existe.

Respuesta a otras objeciones

Dijimos que procuraríamos ser muy claros, por eso también haremos señalamientos a algunas objeciones halladas en comentarios en las redes sociales:

Comentario 1:

“Para una cadena de motores solo requieres un motor previo, no un primer motor. Para toda cadena C solo requieres n-miembros para esa cadena, no un primer miembro de C. Luego tienes el problema de que todos los motores que observamos también son movidos por otro motor, no hay en la experiencia nada como un motor que mueva a otros sin que este se mueva. Y ese es el problema del argumento, la falacia de caso especial, porque apela a la experiencia para demostrar que todo motor se mueve por otro motor, pero si a esas vamos, nada en la experiencia nos demuestra que haya motores que muevan a otros sin que estos no los muevan otros motores”.

Respuesta:

El problema es que no estamos hablando de cadenas estáticas (en acto), sino de eslabones (o vagones) en movimiento (pasando de potencia a acto). Además, aquí se vuelve a cometer el gravísimo error de comprensión, pues lo que mueve (motor) existe en acto, no está en movimiento respecto a lo que mueve. En la experiencia vemos constantemente cosas que existen en acto, por supuesto, pero no en plenitud sino por dependencia pues no pueden dar por sí mismas el fundamento del movimiento. Y, dada la demostrada imposibilidad de cadenas infinitas de movimiento, debe haber un fundamento primero del movimiento que observamos en nuestra experiencia.

Comentario 2:

“El argumento depende de que los motores no puedan moverse por sí mismos, pero la mecánica cuántica ha demostrado que las partículas subatómicas no son movidas por otras dado el principio de indeterminación (no se puede aplicar el mismo razonamiento a nivel subatómico). El defensor del argumento tiene la carga de prueba de demostrar que hay algo que las mueve. Pero supongamos que la respuesta más viable del movimiento de las partículas subatómicas es que no se puede ni afirmar ni negar que tengan motor, simplemente no lo podemos saber con nuestros instrumentos de medición actuales. Esa respuesta es más que suficiente para echar abajo la segunda premisa tomista, que dice: ´Pues bien, todo lo que se mueve, cambia, muda o transforma es movido por otro, ya que nada se mueve más que cuando está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve’, ya que se ha admitido que hay cosas que se mueven pero de las que no se puede saber si las mueven o no”.

Respuesta:

Error, debe volver a revisar los conceptos y principios metafísicos del argumento. Concediendo que las partículas subatómicas no son movidas por otras, no se sigue que no son movidas por algo.

Aquí tenemos que remitirnos directamente a Werner Heisenberg, físico alemán que en 1927 formuló el principio de indeterminación. En este principio establece que no podemos conocer con certeza la velocidad y posición de una determinada partícula subatómica al mismo tiempo porque medir una necesariamente afectara a la otra, por tanto, siempre estaremos en incertidumbre respecto de su estado real. Heisenberg dice: “Las leyes naturales formuladas matemáticamente en la teoría cuántica ya no tratan de las partículas elementales mismas, sino de nuestro conocimiento de ellas” (4). Respecto a esto Dante Urbina nos dice: “No hay que confundir indeterminismo epistémico con indeterminismo ontológico. Una cosa es que no podamos conocer con certeza el estado de las partículas subatómicas y otra muy distinta es que estas no tengan un estado definido” (5). Así pues, este principio no dice que hay indeterminismo en las partículas subatómicas, sino que lo hay en nuestro conocimiento.

Ahora, sea que se conozca o no el estado de las partículas subatómicas (PS de aquí en adelante), lo que de todas maneras sabemos es que su estado presente es determinado por las leyes físicas aplicadas a partir de su estado pasado. Si tenemos el estado de las PS en el periodo T, requerimos de su estado en el periodo T-1 en conjunto con las leyes físicas para dar razón de su movimiento, y para dar razón del movimiento de las PS en el periodo T-1 requerimos de su estado en el periodo T-2 conjuntamente con la aplicación de las leyes físicas y así ad infinitum, lo cual, como ya explicamos, es absurdo. Así que en última instancia se requerirá de un Primer motor que sustente es cadena de movimiento físico sin estar condicionado por las leyes físicas. Y ese es Dios.

Comentario 3:

“Hay otro detalle interesante de este argumento: que niega el libre albedrío. El argumento implica que todo lo que se mueve es movido por un motor hasta llegar a un primer motor, así que solo existe un solo motor inmóvil, el primer motor. Lo que implica que los seres humanos, al moverse, son movidos por otro motor, y este motor movido por otro hasta llegar al primer motor. Pero si el motor intermedio es el alma, se sigue que el alma también es movida por un motor anterior, y si el teísmo es cierto, ese motor debe ser Dios. Por lo tanto, el libre albedrío es negado”.

Respuesta:

Aquí no hay una objeción en sí al argumento, solo se señala una aparente implicación no deseada para las formas de teísmo que sostienen la existencia del libre albedrío (con las cuales me identifico). Igual cabe analizar esta cuestión.

Aclararé lo más esencial. En efecto, el libre albedrío es una de las potencias que compone el alma y, al ser libre, esta potencia se lleva a sí misma al acto (querer, desear, etc.). La voluntad es razón del movimiento de sí misma, pasando del querer, desear o decidir en potencia al querer, desear o decidir en acto. Ya lo decía Tomas de Aquino: “Una misma realidad tiene un solo ser sustancial, pero puede tener múltiples operaciones. De este modo, la esencia del alma es una, pero las potencias muchas” (6).

Ahora, de ninguna manera esto niega el principio del que parte la primera vía porque todavía hay que dilucidar qué es lo que hace existir en acto al alma como “un solo ser sustancial”, porque, aunque la potencia de la voluntad se actualice a sí misma en el sentido operacional, esta no puede dar cuenta de sí misma como fundamento primero de su movimiento. Esto se hace evidente al recordar que el tener libre albedrío no es algo que elegimos libremente, a todas luces este está ontológicamente condicionado por otro. Dante Urbina da un ejemplo sobre esto: “Un ser humano, por más poderoso que se crea, no podrá por sí mismo volar si es que se tira de un edificio. Él no es la causa primera de su ser y movimiento. Sus capacidades y limitaciones fueron configuradas por otro y le están ya dadas” (7). Si hay seres con capacidad de elegir, libres, es porque hubo Otro (Dios) que dispuso que así fuera, que “movió” para que se dé la existencia en acto de tales seres. Así que no hay conflicto entre libre albedrío y la vía tomista.

Queda, pues, en pie la primera vía.

Referencias:

1. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, p. 50. (http://danteaurbina.com/dios-existe-el-libro-que-todo-creyente-debera-y-todo-ateo-temera-leer/)

2. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, op. cit., pp. 50-51.

3. Dante A. Urbina, Ibídem, p. 33.

4. Werner Heisenberg, “The idea of nature in contemporary Physics”, in: Franklin Le Van Baumer ed., Main Currents of Western Thought, Yale University Press, New Haven, 1978, pp. 706-707.

5. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, p. 139.

6. Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia, q. 77, art. 2, sol. 3.

7. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, p. 58.

Dante A. Urbina

Dante A. Urbina

Autor, conferencista y docente especializado en temas de economía, filosofía y teología. Seleccionado entre los mejores jóvenes investigadores del mundo para participar en la Reunión de Premios Nobel de Economía en Lindau (Alemania). Todos sus libros han estado en entre los más vendidos de su categoría en Amazon.
Dante A. Urbina

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Autor, conferencista y docente especializado en temas de economía, filosofía y teología. Seleccionado entre los mejores jóvenes investigadores del mundo para participar en la Reunión de Premios Nobel de Economía en Lindau (Alemania). Todos sus libros han estado en entre los más vendidos de su categoría en Amazon.