¡María sí es el Arca o Tabernáculo! Respuesta al anticatolico Keith Thompson

Hoy analizaremos un artículo del blog Exegetical Apologetics del calvinista reformado Keith Thompson, quien es más o menos influyente en la apologética protestante amateur, aunque no es conocido por muchos de los mejores apologistas católicos, como Dave Armstrong, a quien dirige muchas críticas en su blog. El artículo que comentaremos se titula “María no es el Arca o Tabernáculo” (1), en el que Thompson dirige una serie de críticas a algunos argumentos católicos para mostrar los paralelismos entre María y el Arca del Antiguo Pacto.

Sin más preámbulos, vayamos al análisis del artículo. Escribe Thompson: “Los católicos argumentan que la declaración de Lucas 1:35 ´El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra´ se extrae de los textos del Antiguo Testamento donde la nube de gloria de Dios hace sombra o se asienta sobre el Tabernáculo en el desierto ya que se usa la misma palabra griega para ´hacer sombra’ o ‘asentarse’ (episkiasei) (por ejemplo, en Éxodo 40:35). (…) Sin embargo, (…) Éxodo 40:35 no habla del Espíritu Santo o del poder del Altísimo que hace sombra sobre el Tabernáculo como lo hace Lucas 1:35 con respecto a lo que sucede con María, sino que ‘la nube se posó sobre él y la gloria de Yahvé llenó el Tabernáculo’ (Éxodo 40:35). En Lucas 1:35, el griego para ‘Espíritu Santo’ es Hagión Pneuma y el ´poder’ del Altísimo es dinamis. Sin embargo, en Éxodo 40:35 el griego de la Spetuaginta para ´nube´ es nephele y para ´gloria’ es doxes. Desde el griego, lo referido a hacer sombra o asentarse es diferente en los dos pasajes”.

Parece que Thompson no comprende qué es un paralelismo. Un paralelismo se refiere a un conjunto semejanzas entre dos cosas distintas. En este caso tenemos dos seres distintos por ontología (ser): María y el Arca del Antiguo Pacto. Obviamente la manera en que opera Dios con uno y otro variará por la ontología de estos, por lo que esperar que se encuentren identidades exactas en todo es algo absurdo.

Thompson menciona que la nube posándose sobre el Arca del Pacto en Éxodo 40:35 no es exactamente lo mismo que sucede con María. Y sí, sobre María no vino propiamente una nube (al menos no lo dice el texto), pero el paralelismo no está en si se posó o no una nube sobre ella, sino en que la gloria de Yahvé, su presencia, su Espíritu, se posó sobre ella como lo hizo con el Arca. La nube era el medio por el cual el Señor se manifestaba extraordinariamente. Por ejemplo, en 1 Reyes 8:10-11 se narra que los sacerdotes “no pudieron continuar sirviendo a causa de la nube porque la gloria del Señor había llenado la casa de Yahvé”. De este modo, la nube manifiesta la presencia de la gloria de Dios. Por tanto, vemos que, sin necesidad de una correspondencia de uno a uno en las palabras en griego, el paralelismo se mantiene pues al final se está narrando un hecho semejante: la presencia de Dios reposando sobre un ser.

De otro lado, Thompson arguye que “la teología de Lucas de que Dios no habita en casas hechas con manos, como se indica en el discurso de Esteban en Hechos 7:44-49, muestra que no sería positivo para Lucas comparar a María llevando a Jesús con el Arca o la nube de la gloria de Dios instalándose sobre el Tabernáculo ya que, nuevamente, según Lucas, Dios no habita en esos lugares”.

Esta objeción parte de un malentendido de las palabras de Esteban. Claramente la estructura sintáctica del pasaje en griego hace una enfática negación (cfr. Hechos 7:48); sin embargo, lo que Esteban comunica no es que sea imposible que Dios habite en dichos lugares, sino que ontológicamente no está restringido a lugares hechos por manos de hombres. Los judíos tenían gran devoción al Templo y se reunían allí para adorar, a la vez que Jesucristo enseña que donde estén dos o tres congregados en su nombre allí estaría Él (cfr. Mateo 18:20), y donde está el Hijo está el Padre, y toda la Trinidad. Entonces Esteban no estaba diciendo que la presencia de Dios no podía estar algún templo, sino que su presencia no se restringía a ese lugar, ni si quiera a uno tan hermoso como el Templo de Salomón, cosa que el mismo rey admite (cfr. 1 Reyes 8:27; 2 Crónicas 6:18). Entonces, si ya Salomón sabía que “Yahvé no mora en templos hechos por manos de hombres”, ¿por qué le edificaría casa? La razón es que Salomón no creía que Yavhé no podía morar en el Templo que edificó con sus manos, sino que este no podía contenerle (kul en hebreo).

Luego Thompson se enfoca en criticar las siguientes palabras del apologista católico Dave Armstrong: “David saltó de alegría cuando el Arca fue traída a Jerusalén (2 Samuel 6:14-16), también lo hizo Juan el Bautista en el vientre de Isabel cuando el arca del Nuevo Pacto estaba cerca (cfr. Lucas 1:44)” (2). El contraargumento de Keith es el siguiente: “Eruditos católicos romanos como Raymond Brown, Joseph Fitzmyer y otros en su libro Mary in the New Testament señalan: ´Este paralelismo se acerca a la fantasía cuando el baile de David ante el Arca (2 Samuel 6:14) se compara con el salto del bebé en el vientre de Isabel mientras saluda a María (Lucas 1:41,44)’ (Raymond Brown, Karl Donfried, Joseph Fitzmyer, and John Reumann, Mary in the New Testament, Paulist Press, New York, 1978, p. 133). Estos eruditos católicos tienen razón ya que en Lucas 1:41 donde leemos, ‘el bebé saltó en su vientre’, y Lucas 1:44 donde leemos, ‘el bebé en mi vientre saltó de alegría’, la palabra griega para ´saltó’ en ambos casos es eskirtesen. Sin embargo, en el griego de la Septuaginta, la palabra en 2 Samuel 6:14 es anekroueto y se refiere a David ‘tocando’ o ‘haciendo música’, no saltando. En 1 Crónicas 15:29 la palabra griega es esorchoumenon, que significa ‘bailar’, no ‘saltar de alegría’”.

Thompson sigue la línea de pensamiento de Brown y Fitzmyer donde este paralelismo no es más que una fantasía. La razón de Thompson para pensar esto es que la palabra griega para “saltó” es distinta. Sin embargo, allí comete una falacia de hombre de paja. Armstrong no dice que el paralelismo se encuentra en las palabras griegas sino en el acontecimiento en general. Como ya se apuntó, los paralelismos entre los hechos respecto de María en el Nuevo Testamento y los hechos respecto del Arca de la Alianza en el Antiguo Testamento, se fundan en seres distintos. Aquí sucede lo mismo.

La palabra griega para “saltó” en Lucas 1:44 es skirtáo, que significa saltar, moverse de gozo; mientras que 1 Crónicas 15:29 esorchoumenon alude a bailar de gozo. Obviamente ningún católico espera que la manifestación de gozo de un feto sea de igual a la de un hombre desarrollado como David pues sería muy tonto decir que el feto se iba a poner a danzar tal cual y a tocar trompetas en honor al Arca (María). Es evidente que un feto tiene múltiples limitaciones cuando lo ponemos al lado de un hombre adulto.

Por tanto, es claro que el paralelismo está en que David se gozó frente al Arca y este gozo lo manifestó “saltando” (eskirtēsen, esorchoumenon) mientras que Juan el Bautista, residiendo apenas en el vientre de su madre, se gozó frente al Arca del Nuevo Pacto (María) y lo manifestó saltando o moviéndose por el gozo que le propicio el saludo de la Madre del Señor.

En su tercer ataque Thompson se pone más despectivo citando a Scott Hahn, al que llama “apóstata”. Esta es la cita de Hahn: “Los viajes de David mientras traía el arca del pacto a Jerusalén: La historia comienza cuando David ´se levantó y se fue’ (2 Samuel 6:2). El relato de Lucas sobre la visita comienza con las mismas palabras: María ‘se levantó y se fue’ (Lucas 1:39)” (3). A este respecto comenta Thompson: “Toda persona tiene que levantarse y caminar para ir a algún lado. Por lo tanto, esta comparación es realmente un signo de desesperación. Hay alrededor de 20 instancias solo en el Nuevo Testamento, sin contar la Septuaginta, con un lenguaje similar donde se dice que las personas ´se levantan’ (anistemi) y van (o se han levantado y ‘fueron’) a lugares o algo por el estilo (cfr. Mateo 9:9; Marcos 1:31; 7:24; Lucas 4:38; 5:28; 15:18, 20; 17:19; 22:45; 24:12, 33; Hechos 8:26,27; 9:6,11; 10:20,23; 14:10; 22:10). Por lo tanto, solo porque se dice que María y David hacen esta cosa común que todas las personas hacen casi todos los días, no se establece un paralelo significativo”.

Cuando leí esto me impresioné de la deshonestidad de Thompson. Pero más impresionado estoy de que este señor tenga gran influencia en algunos “apologistas” protestantes en Latinoamérica que se pasan alabándole todas estas cosas. ¿Por qué digo que es deshonesto? Porque Thompson fabrica un hombre paja a raíz citando incompletamente a Hahn. Veamos qué dice en su contexto Hahn: “Lucas era un artista literario meticuloso que podía reclamar el beneficio adicional de tener al Espíritu Santo (…). A través de los siglos, los estudiosos se han maravillado de la forma en que el Evangelio de Lucas hace un sutil paralelismo con los textos clave del Antiguo Testamento. Uno de los primeros ejemplos de su narración es la historia de la visita de María a Isabel. El lenguaje de Lucas parece hacer eco del relato, en el Segundo libro de Samuel, de los viajes de David cuando trajo el Arca de la Alianza a Jerusalén. La historia comienza cuando David ‘se levantó y se fue’ (2 Samuel 6:2). El relato de Lucas sobre la visita comienza con las mismas palabras: María ‘se levantó y se fue’ (Lucas 1:39). En sus viajes, entonces, tanto María como David se dirigieron a las colinas de Judá. David reconoce su indignidad con las palabras ´¿Cómo puede el Arca del Señor venir a mí?’ (2 Samuel 6:9), palabras que encontramos que resuenan cuando María se acerca a su pariente Isabel: ‘¿Por qué se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí?’ (Lucas 1:43). Nótese aquí que la frase es casi literal, excepto que ‘Arca’ se sustituye por ‘madre’. Leemos además que David ‘bailó’ de alegría en presencia del arca (cfr. 2 Samuel 6:14,16), y encontramos una expresión similar utilizada para describir el salto del niño dentro del vientre de Isabel cuando María se acercó (cfr. Lucas 1:44). Finalmente, el Arca permaneció en las colinas durante tres meses (2 Samuel 6:11), el mismo tiempo que María pasó con Isabel (Lucas 1:56)” (4).

Si usted es un lector cuidadoso ya se habrá dado cuenta de que Hahn no dice algo como “María es el Arca de la Alianza porque ella se ‘levantó y se fue’ tal como David lo hizo”. Más bien, Hahn menciona una serie de argumentos que juntos constituyen un caso acumulativo para conformar la tesis de que María es el Arca del Nuevo Pacto. Al comienzo de la cita que puse Hahn habla de Lucas como un artista literario meticuloso por los paralelismos con los textos (plural) del Antiguo Testamento. Es decir, Hahn habla de varios paralelismos que podrían demostrar que María es el Arca del Nuevo Pacto, no dice que los dos textos que Thompson cita aisladamente constituyan prueba definitiva y contundente de que María es el Arca del Nuevo Pacto, sino que esos textos en armonía y vinculados con los que posteriormente cita Hahn, conforman el caso para llegar a tal conclusión. Nótese, además, que Hahn va en orden cronológico en ambos relatos. Por ello dice que “la historia comienza cuando David ‘se levantó y se fue’ (2 Samuel 6:2)”.

Vemos, pues, cómo los argumentos de Thompson no son ni si quiera reflexivos, como muchos pretenden, sino que hace una mala investigación con una engañosa extracción de citas de libros de apologistas católicos como Hahn. Asimismo, tiene un doble estándar al momento de juzgar los paralelismos entre María y el Arca del Antiguo pacto cuando recurre al griego. En efecto, al comienzo veíamos que Thompson rechazaba el paralelo entre Lucas 1:35 y Éxodo 40:35 apelando a que diferían las palabras griegas para “nube”, “Espíritu Santo”, “poder” y “gloria”; pero al mismo tiempo ignora, convenientemente, que la palabra griega episkiasei es utilizada tanto en Lucas 1:35 como en Éxodo 40:35 para “hacer sombra” o “asentarse”. Si su estándar para determinar que un paralelismo es factible es ver el texto desde una semejanza sintáctica en el griego, entonces debería aceptar que aquí hay un paralelismo. Pero no lo hace. De todos modos, hay que decir que esperar una correspondencia exacta de todas las palabras griegas para recién poder hacer un paralelismo es un estándar irrazonable pues bajo esa lógica habría que anular muchos de los paralelismos mesiánicos ya que no siempre se utilizan las mismas palabras griegas en los textos del Nuevo Testamento que aluden a textos del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el Salmo 22:1 en que David dice “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” tiene paralelismo con lo que Jesús dirá posteriormente en la Cruz: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” (Mateo 27:46). Ahora bien, resulta que las palabras griegas para “Dios mío, Dios mío” en Salmos 22:1 y Mateo 27:46 no son exactamente las mismas, no hay una correspondencia de uno a uno en cada una de las palabras griegas de David y de Jesús en esos pasajes; sin embargo, no creo que Thompson vaya a rechazar que efectivamente hay un paralelismo, ¿verdad?

Con esto concluyo el análisis. ¡Bendiciones en Cristo y en Santa María siempre virgen!


Referencias:

1. Keith Thompson, “Mary is not the ark or tabernacle”, Exegetical Apologetics (http://www.exegeticalapologetics.com/), May 4, 2018.

2. Dave Armstrong, A Biblical Defense of Catholicism, Sophia Institute Press, Bloomington, 2003, p. 179.

3. Scott Hahn, Hail, Holy Queen: The Mother of God in the Word of God, Ed. Random House, New York, 2006, p. 64.

4. Scott Hahn, Hail, Holy Queen: The Mother of God in the Word of God, op. cit., 2006, pp. 63-64.

Dante A. Urbina

Dante A. Urbina

Autor, conferencista y docente especializado en temas de economía, filosofía y teología. Seleccionado entre los mejores jóvenes investigadores del mundo para participar en la Reunión de Premios Nobel de Economía en Lindau (Alemania). Todos sus libros han estado en entre los más vendidos de su categoría en Amazon.
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