Reflexiones sobre crecimiento, pobreza y auténtico desarrollo humano

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Definitivamente mi artículo “Desarrollo inhumano: El culto al dios Crecimiento” ha “levantado polvo”. Compartido en relevantes portales web como Público.es, Economía Crítica y PúblicoGT, se han suscitado varios y muy diversos comentarios en torno al mismo (casi en su totalidad aprobatorios). De entre ellos, hubo uno especialmente crítico (ver aquí: http://www.economiacritica.net/?p=4710#comment-4736) al cual tengo a bien dar respuesta en este espacio por cuanto ello puede ser de mucho interés y utilidad para comprender mejor la interrelación entre crecimiento, pobreza y auténtico desarrollo humano desde una perspectiva más amplia y trascendente.

A continuación, mis respuestas (cito primero en cursivas las palabras del crítico):

1) “Al leer este artículo se me ocurre esta reflexión: La humanidad de hoy en día tiene un mejor índice de supervivencia que las sociedades anteriores, el ser humano actual, en general, está mejor que el más antiguo, eso es innegable”: Esta forma de “reflexión” es excesivamente miope y reduccionista. El ser humano no es un mero animal cuyo desarrollo solo haya que considerar en términos de supervivencia y reproducción físicas sino que tiene también un aspecto trascendente y el modelo de crecimiento materialista y consumista que venimos alimentando no parece contribuir positivamente a esa parte (“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?”, se ha dicho). Por tanto, constituye una falacia de conclusión desmesurada el pretenden que es “innegable” que el ser humano actual está mejor que el más antiguo “en general”: la mejora en un solo aspecto particular (ratio de supervivencia física) no asegura de por sí la mejora en todos los demás aspectos en general. De hecho, hasta se pueden utilizar las mismas premisas que esgrime el crítico para mostrar la irracionalidad de este sistema en que se adora al dios Crecimiento: en la antigüedad, dado el estado productivo y tecnológico, moría gente porque no había suficiente alimento; pero hoy en día, habiendo producción suficiente para satisfacer las necesidades básicas de todo el mundo, ¡sigue muriendo muchísima gente de hambre! Y eso se da precisamente por la adoración al Crecimiento: si no estuviésemos obnubilados con ese ídolo bien podríamos dirigir nuestras mentes y esfuerzos hacia el problema de la distribución, que es mucho más urgente.

2) “En forma innata el ser humano siempre quiere mejorar sus condiciones materiales e inmateriales”: Si se quiere utilizar esa afirmación para defender la adoración al Crecimiento resulta sofística por cuanto primero hay que separar los términos: una sociedad materialista bien puede darnos, por su misma naturaleza, un mayor flujo de bienes materiales pero al mismo tiempo ir en desmedro de nuestras condiciones inmateriales. Y eso se ve en gran parte en nuestra sociedad actual donde los más sublimes bienes culturales, artísticos y espirituales han sido reducidos a la mercantilización y el espectáculo – de ahí que autores tan diversos como Guy Debord y Vargas Llosa se refieran a nuestro esquema social como “civilización del espectáculo” (1).

3) “Si alguien tiene hambre las actividades más importantes para esa persona serán todo lo que sea necesario para conseguir saciar su hambre y no hay tiempo para otros valores; si ya no hay hambre, puede faltar el vestido, vivienda, seguridad y toda su actividad se dirige a ese objetivo; si ya hay comida, vestido, vivienda y seguridad económica en su vida, comienzan a hacerse notorias las necesidades psicológicas como la autoestima, el prestigio, inclusive la realización espiritual”: ¿Y quién está en contra de que la gente cubra sus necesidades básicas? Pues al menos yo no. Es más, ¡precisamente porque hay gente que muere de hambre en este modelo de adoración al Crecimiento en que sí hay suficiente alimento es que resulta perfectamente pertinente cuestionarlo! Eso es un verdadero escándalo y si se considera a tal tipo de modelo económico un orden racional que no debemos cuestionar en nada… bueno, se lo dejo a quien piense así. Ahora, respecto de la “secuencia de vida” esgrimida tengo que decir que la trampa de nuestra sociedad consumista está precisamente en la cuestión de la “seguridad económica” (que, mucho ojo, es algo distinto del meramente cubrir las necesidades básicas). Se piensa (tal como hace el crítico): “Cuando llegue a tal cantidad de dinero tendré seguridad económica y al fin podré comenzar a preocuparme por mi desarrollo existencial y espiritual”. El punto es que cuando se llega a esa cantidad determinada de dinero el mismo sistema consumista que tenemos genera nuevas “necesidades” en el individuo y entonces tiene que subir continuamente la escala de ese dinero “necesario” para su supuesta “seguridad económica” y así se la pasa la mayor parte de su vida (si no es que toda): en dejar de ser feliz para procurarse las condiciones materiales que “recién” le permitan ser feliz. ¿Es indispensable la supuesta “seguridad económica” para ser feliz? Váyale a decir eso a San Francisco de Asís… (2)

4) “Pero todo eso va adornado de la palabra crecimiento, es decir, ¿cómo se puede decir que el crecimiento es malo, si es la esencia de la biología? Y si el crecimiento no es malo, entonces no sería malo que se le rinda culto”: Es una de las frases más impresionantes que he visto en mi vida (y no necesariamente en un buen sentido): “Si algo no es malo, entonces no sería malo que se le rinda culto”. Siento decirlo, pero se trata de una terrible estolidez: es absurdo, desproporcionado y descabellado el adorar a un bien limitado y relativo siendo que lo único que merecería adoración sería un Bien total y absoluto. Y si, pese a todo, se quiere ser consistente con la afirmación, dado que cosas como las cajas, las botellas y las computadoras “no son malas”, ¡también habría que “rendirles culto”!  Un absoluto despropósito a todas luces. Y eso por no mencionar que se cae gravemente en una falacia de blanco móvil pues en el artículo no se está criticando el crecimiento económico en sí mismo sino más bien, cito, “la forma de desarrollo que venimos alimentando”. No se trata, pues, de una oposición irracional al crecimiento per se sino de una crítica racional a cierto tipo de crecimiento.

5) “Entiendo que inclusive los países que tienen menos crecimiento también tienen menos pobreza, pero que la pobreza de una sociedad esta inversamente relacionada con su grado de crecimiento. Si una sociedad crece, se entiende que disminuye la pobreza. Es cierto que se observa desigualdad (porque aparecen más ricos o algunos ricos se hacen más ricos), pero los pobres se hacen menos pobres (o la cantidad de pobres disminuye) y por tanto la sociedad en general, debido al crecimiento, es menos pobre”: Obviamente aquí el crítico está influido por aquel sofisma que nos venden los neoliberales para justificar al crecimiento como panacea contra la pobreza y que reza así: “Si sube el nivel del mar, todos los barcos suben con él”. O sea, si la economía crece como un todo eso automáticamente ayuda a los pobres. Pues es falso. Hay un grupo de barcos que no suben aun cuando suba el nivel del mar: aquellos que ya están hundidos. Hay todavía muchos millones de personas en el mundo que están en situaciones de desnutrición, enfermedad, discriminación y exclusión tales que se encuentran verdaderamente hundidos y ni siquiera pueden aprovechar ese supuesto “efecto goteo” del crecimiento, que muchas veces ni siquiera llega. Ahora, si eso de que “hay menos pobres” se pretende sustentar en base a los indicadores producidos por aquellas mismas instituciones internacionales responsables de combatir la pobreza (¿alumnos que se toman su propio examen?) creo que habría que tomarlo con pinzas dadas las conocidas posibilidades de manipulación estadística: “Si la cantidad de pobres no merma, entonces lo que hay que hacer es aumentar los requisitos necesarios para que una persona sea calificada de pobre. Y la estrategia ha funcionado. El mecanismo es sencillo y se encuentra en el diseño del IPL (International Poverty Line). Este indicador, creado en 1985, califica como pobres a aquellas personas que disponían de menos de 1,02 dólares al día. Este indicador ha sufrido revisiones (una por década, 1993 y 2008) y, de manera sorprendente, estas revisiones no se han sincronizado con la inflación, sino que han quedado por debajo. En precios reales, 1,25 dólares de 2008 (la versión actual del indicador) es menos dinero que el 1,08 dólares de 1993, que a su vez ya era menos dinero que 1,02 dólares de 1985. Así, con cada revisión del indicador, millones de personas han pasado a quedar por encima de la línea de pobreza sin que sus condiciones de vida material hayan sufrido ningún cambio en absoluto” (3).

6) “Ojo que el comunismo es utópico y el ser humano está marcado de una identidad, que lo hace único y diferente, contrario a la idea de comunismo. Si el crecimiento sería malo, entonces la pobreza sería buena”: ¿Y en qué parte del artículo se aboga por el comunismo? Evidentemente el crítico cae en una falacia de falso dilema: “Si no eres neoliberal, por tanto eres comunista”. ¡Absurdo! Es perfectamente posible ser un crítico del capitalismo neoliberal sin ser comunista. Tenemos que superar esos esquemas de pensamiento maniqueos propios del macartismo ¡ya no estamos en la Guerra Fría! De hecho, yo soy muy crítico del comunismo por cuanto no respeta la libertad e individualidad humana. Pero eso no tiene por qué ser lo mismo que defender un modelo neoliberal que pasa por sobre la justicia social ¡defender la libertad e individualidad no es lo mismo que defender (o adorar) el “liberalismo” y el “individualismo” pues también hay otros valores en juego! Luego, respecto de “razonamientos” del tipo “Si el crecimiento sería malo, entonces la pobreza sería buena” hay que decir que resultan impertinentes e insubsistentes por cuanto, como ya se ha aclarado, nadie se está oponiendo irracionalmente al crecimiento económico per se (más bien dicha irracionalidad me parece verla en la defensa férrea que se hace de su adoración).

7) “Al ser humano no le gusta ser pobre, por tanto si el crecimiento tiende a disminuir la pobreza, entonces el crecimiento está adornado de humanidad”: ¿“Adornado de humanidad”? (!) No estoy seguro de si el crítico vive en el mismo planeta que yo, pero lo que más bien veo es gente que muere de hambre habiendo alimento y gente que muere de obesidad habiendo gente que muere de hambre. Y eso por no mencionar la explotación laboral en Latinoamérica, África y Asia; el desmantelamiento del Estado de Bienestar y derechos sociales en Estados Unidos y Europa; y la terrible degradación ecológica de todo el planeta originada en gran parte por ese modelo consumista y productivista cuya adoración se defiende. Veo sujetos alienados en el consumo con las “necesidades” artificiales que les generan y sujetos alienados en la producción en un sistema de dura competencia y condiciones precarias… Por favor, que se me perdone si no creo que este modelo de crecimiento “está adornado de humanidad”.

Referencias:

1. Véase: Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo, Ed. La Marca, Buenos Aires, 1995; y Mario Vargas Llosa, La Civilización del Espectáculo, Ed. Alfaguara, Lima, 2012.

2. Para más detalles sobre la relación entre crecimiento y felicidad véase el capítulo 10 de mi libro Economía para Herejes: Desnudando los Mitos de la Economía Ortodoxa, CreateSpace, Charleston, 2015 (http://danteaurbina.com/economia-para-herejes/) o mi conferencia “Economía y felicidad: ¿Seríamos más felices siendo más ricos?” realizada en Alemania (video en: https://www.youtube.com/watch?v=ZYpNDVwstPs).

3. Manuel Rebordosa, “La Reducción de la Pobreza Mundial o las Trampas al Solitario”, El País, 2 de octubre del 2014.

Dante A. Urbina

Dante A. Urbina

Autor, conferencista y docente especializado en temas de economía, filosofía y teología. Seleccionado entre los mejores jóvenes investigadores del mundo para participar en la Reunión de Premios Nobel de Economía en Lindau (Alemania). Todos sus libros han estado en entre los más vendidos de su categoría en Amazon.
Dante A. Urbina

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