Habiéndose publicado en Público.es, uno de los diarios virtuales más leídos de toda habla hispana, mi artículo “Desarrollo inhumano: El culto al dios Crecimiento” (http://blogs.publico.es/econonuestra/2015/05/24/desarrollo-inhumano-el-culto-al-dios-crecimiento/), un lector me hizo el requerimiento siguiente: “Muy interesante artículo. ¿Puedes abundar, por favor, en lo que mencionas en cuanto a que el crecimiento no está justificado económicamente? Sobre todo en una economía sujeta a inflación que hará que el día de mañana una moneda valga menos y haya necesidad de trabajar más para sostener un mismo nivel de vida”.
Al respecto debo en primer lugar aclarar, como se puede vislumbrar en el mismo artículo, que no estoy propiamente en contra del crecimiento económico per se sino de la “adoración al Crecimiento” y el modo específico de “desarrollo” que venimos teniendo actualmente dado su carácter materialista, consumista, asimétrico y antiecológico. Para poner solo un ejemplo, no veo que el problema del hambre en el mundo, que es el que me parece más urgente, se solucione directamente con crecimiento. Como ha argumentado el economista indio Amartya Sen, Premio Nobel de 1998, el hambre en el mundo no se trata ya de un problema de producción sino de distribución: existe suficiente alimento para toda la humanidad pero no se distribuye bien (1). Esto está refrendado por los informes de la FAO al respecto (2). Así que si el objetivo de la economía es –como se dice rimbombantemente en los manuales- “administrar racionalmente los recursos para satisfacer las necesidades humanas”, la obsesión el crecimiento deviene en contraproducente por cuanto distrae nuestra atención respecto las auténticas vías de solución para el problema mencionado (el hambre), que se darían por el lado de la distribución.
En lo que se refiere al citado caso de la inflación hay que decir claramente que ésta tampoco se soluciona directamente con crecimiento. En otras palabras, el crecimiento no es una panacea contra la inflación. Esto es fácil de demostrar atendiendo a que existen bastantes casos de países con altas tasas de crecimiento y al mismo tiempo serios problemas de inflación (elevación del nivel general de precios). No obstante, se menciona que la “necesidad” de “trabajar más para sostener un mismo nivel de vida” (y, por consiguiente, crecer más) se justificaría por cuanto en una economía sujeta a inflación la moneda que se gana hoy perderá poder adquisitivo el día de mañana. Sin embargo, basta con apelar al concepto de “espiral inflacionaria” para mostrar que más crecimiento no necesariamente anula la inflación sino que la puede agravar. Al haber mayores precios (por la inflación) los trabajadores pedirán mayores salarios (para al menos mantener su poder adquisitivo) pero esos aumentos de salario (si se conceden) pueden ser cargados por los empresarios a los precios de los productos, generándose así más inflación que llevará a que sea necesario otro aumento de salarios y así sucesivamente. De hecho, hay ocasiones en que para frenar ese tipo de “espiral inflacionaria” es necesario aplicar “políticas de shock” que implican recesión (decrecimiento) al menos en el corto plazo. Ergo, tampoco la inflación justificaría de por sí una absoluta necesidad de crecimiento económico.
Y cierro con una pregunta incómoda: en caso todos los países pobres, siguiendo los mismos patrones de producción y consumo actuales, llegaran a “desarrollarse”, ¿lo podría aguantar en términos ecológicos el planeta?
Referencias:
1. Véase: Amartya Sen and Jean Drèze, Unger and Public Action, Clarendon Press, Oxford, 1989.
2. Cfr. “FAO exige una mejor distribución de la producción alimentaria contra el hambre”, El País, 6 de marzo del 2014.